Helado con mi.. ¿Novia?

-¿Qué vas a tomar?-le pregunté mientras miraba de manera golosa los diferentes sabores de helado que había.

-Tú chocolate blanco y yo café, ah y yo pago-dicté sonriendo divertida antes de dar un fugaz beso en sus labios y pedirle los helados a la dependienta

-Luc...-le regañé frunciendo el ceño. Se suponía que iba a pagar yo y que fuera rico no le daba derecho a quitarme la ilusión
Cuando vi el billete que le dio en comparación con lo que valían los helados me quedé bastante sorprendida ¿dónde quedó que los ricos son avaros?

Sonreí cuando casi decía aquella palabra y lo seguí hasta la mesa sentándome junto a él.
-¿Quieres que seamos novios?-pregunté cogiendo mi helado, como si fuera una de las preguntas del juego anterior pero en realidad necesitaba saber que cuando dijo aquella noche que me quería, no fue culpa de las circunstancias

Cuando empezó a toser no pude evitar reír mientras le daba unos leves golpecitos en la espalda. Tal vez no debería habérselo comentado tan directamente ¿no?
-Entonces...sí-respondí con una sonrisa antes de llevar una cucharada de helado a mi boca

Cuando me pidió que me acercara lo hice con una sonrisa. Retiró dulcemente mi cabello de la piel de mi cuello con sus manos, posándolas después en él y al sentir su voz y su cálido aliento cerca de mi oído me estremecí.
-Y tu a mí Luc, demasiado

-Te digo que quiero ser tu novia, y te quiero ¿y reaccionas así?-pregunté mirándolo sorprendida ¿qué le ocurría? tal vez se arrepentía de lo que dijo aquella noche, tal vez solo eran palabras vacías y sin sentido alguno para él.
Agaché la mirada observando mi tarrina, se me había quitado el hambre

Al escuchar su aclaración sonreí perdiéndome en su miraba.
-Lo siento...-susurré sintiendo sus caricias en mi mejilla y sentí como el mundo desaparecía a nuestro alrededor

Esos pensamientos llegaron a mi mente, logrando acelerar mi pulso.
"Tu chica perfecta"-susurré en su mente pues solo era suya, de nadie más a partir de ese momento

Se veía demasiado tierno sonrojado por lo que no pude evitar sonreír y besar sus labios con ternura cuando acercó su silla a la mía.
Él era el chico perfecto de cualquiera, era difícil resistirse a sus encantos