Baño al amanecer [Libre]

El lago terminaba en una dulce cascada que estaba dispuesta a conocer, más que dispuesta. Miré hacia ambos lados y me quite despacio la ropa, para entrar en el agua.

El bosque estaba quedando atrás, mientras mi andar se hacía considerablemente más rápido y comenzaba a divisar el claro donde se encontraban las cascadas. Sonreí fríamente y mi caminar se hizo aún más rápido, por lo que el verdor del bosque se perdió entre lo que parecía ser un cuarto líquido. Veía agua por doquier, entre piedras y pequeños árboles con musgo, parecía un medio completamente líquido, una "dimensión" alterna en donde sólo se respiraba paz. Asombrosamente, me gustaba. Allí podría practicar algunas cosas que estaba aprendiendo.

Alcé mis manos, al nivel de los hombros o quizás un poco más arriba, mientras una pequeña bola de agua tomaba forma en el espacio entre ellas y dentro, la chispa, esa tan preciada y dañiña, estaba entera. Estaba lográndolo, combinar el agua con la energía y el fuego, algo bastante difícil si no se tenía el control absoluto del estado anímico. La empatía que sentía para con el sitio terminó cuando, al darme vuelta, vi a una persona. Era una chica, y me estaba arruinando la fiesta.

Me metí lentamente en el agua dejando que nos fundiesemos siendo uno.
No sabía muy bien porqué había llegado hasta allí pero lo cierto era que había merecido la pena, ver el agua cristalina y fresca me ayudaba a reflexionar sobre mi pasado, pasado que llevaba algunos días persiguiendome.
Noté la presencia de alguien llegando al lugar, la presencia de un demonio para ser exactos, lo ignoré, ni me interesaba ni me apetecía hablar con nadie.

La bola de agua y energía se desvaneció, quedando mi mano tan seca y limpia como segundos antes ¿qué hacía una híbrida en mi claro? ¿en mi cascada? Lugar reservado única y auténticamente para mí, solamente para mí. El egoísmo y la determinación me llevaron directamente y como una flecha hacia la aludida. Le dirigí una sonrisa, demasiado fría como para alertar al más todo de que algo pasaba, era una sonrisa torcida, mezquina y malvada.

La chica debía irse ahora.

Su cuerpo semidesnudo me causó náuseas ¿acaso no sabía de los actuales trajes de baño? su manera tan tosca de nadar me ofendió y la mirada prepotente que había en sus ojos, me irritó sólo un poco más. Mi boca se abrió y de ella salieron palabras, para mí a borbotones, para los demás, fluidas como el agua calma de un lago.

-Disculpa, pero ¿cómo te haces llamar? -la irritación fluyó como un suave veneno en las aguas de aquel lago, haciéndolo ligeramente turbio ¡cómo me molestaba que se interfiriera en mis planes!

Me coloque en una roca, sentada entre el aire y el agua, como si fuera una sirena. Aún teniendo los ojos cerrados, sentí como se acercaba a mi, su ira se podía sentír a kilómetros. Dejé que los rayos del sol secarán mi bikini y mi cuerpo, la verdad es que desde que había descubierto ese lugar hacia algunos siglos se había convertido en uno de mis favoritos.

- No acostumbro a presentarme a personas con instintos asesinos - "dirigidos hacia mi" me guarde, mi tono había sido suave y absolutamente indiferente, no me molestaba simplemente había sido así.

-No me ensuciaría las manos con semejante mugre, querida -contesté con suficiencia, después de pasar la rabieta, sólo el orgullo y el narcisismo quedaban en mí, quizás algo de lengua bífida bien afilada para aquellos que osasen sacarme de la quinta casilla. Llevé una mano a mi cabello, ordenando un mechón que se salía de su lugar, mientras las híbrida -¡vaya que el lugar apestaba!- estaba sentada en la que se suponía era mi cascada, mi lugar de acceso a la práctica.

Su desvergüenza me llevó a apartar la mirada, libertad para la mujer era de nuevo tomada como libertinaje para la mujer, la "diosa griega" -inserte tono sarcástico- era el epítome de esa afirmación. Mi tacón se enterró en el césped con fuerza mientras esperaba que un milagro le hiciese desaparecer, o, contestar a la inmadura contestación que le había hecho a su ya trillada oración.

Oh, que bien, otra niña malcriada que cree que Dark paradise es suyo.. Si la pequeña supiese que había sido yo junto a otros seres quién había ayudado a fundarla. Mi respiración seguía calmada como siempre.

- Te rogaría que dejases los apelativos cariñosos, ni siquiera nos conocemos - dije con la misma indiferncia de antes. Intenté imaginarmela en mi mente, puesto que todavía continuaba con los ojos cerrados. De pronto aparecio en mi mente una mirada dolida y envidiosa del mundo, de que los demás pudiesen disfrutarlo. Egoista y egocentrica. Me encogí levemente de hombros, un movimiento prácticamente imperceptible.

FDR: Fundarla, pero no crear los alrededores

Se sentaba como el Dalai Lama, seguramente vanagloriándose internamente sobre lo hermosa, cándida y poderosa que era. Tomé un respiro, su respuesta era tan banal como parecía serlo ella y no esperaba nada menos, puse los ojos en blanco y le miré incrédula.

-Tengo la leve impresión que cuatrocientas generaciones aquí en la tierra no te han hecho más amable -dije- Si tuvieras un ápice de buenos modales hace años te hubieses marchado por donde viniste, morocha-

Llevé dos dedos a la sien, incapaz de sentir dolor de cabeza, pero muy cerca de hacerlo por primera vez. Muy dentro, sabía que lo que estaba haciendo era un sin sentido, nadie lucharía y terminaría en, a lo mejor, la convivencia sana y momentánea de dos extraños que no quieren verse. Pero, muy dentro y a flor de piel simultáneamente, el sentido de propiedad para con ese sitio se había arraigado en mí y no pensaba dejar que ningún angel-vampiro ocupara un espacio destinado a mi práctica.

Había salido a correr como todas las mañanas, en cada alba. Volvía de regreso a casa, siguiendo las huellas que me habían llevado casi a la salida del bosque cuando una voz muy conocida y otra irreconocible para mi oído me hicieron desviar del camino hasta llegar a un inmenso lago en el cual se encontraban las dos aludidas con caras de verdadera irritación pero algo diferenciaba a Mirabella, incluso irritada derrochaba sensualidad por cada poro de su piel.
-¿Sucede algo señoritas?-pregunté con mi sonrisa ladeada la cual mostraba indiferencia y desdén aun que mis verdaderos sentimientos fueran muy diferentes. Me preocupada Bella

Pasos de alguien de mi raza se acercaban por el camino que me había llevado a las cascadas en primer lugar. Eran pasos livianos, parecidos a los de un corredor, pero algo siniestros y cargados de maldad, tal como la irritante híbrida frente a mí. Incliné la cabeza hacia un lado, dudosa de quién podría ser, no conocía a nadie con ese tipo de pisadas y su olor era diferente a los de mis compañeros de clan, sin embargo, olía igual que todos los demonios. Una mezcla deliciosa de pecado y persuasión. Abrió la boca, de donde salió una gélida y fluida voz, atrayente para aquellos a los que quisese engatusar, algo demasiado empalagosa y llena de florituras para mí.

-No creo que exista un problema, en realidad -me di la vuelta para observarle, con la misma expresión que había denotado su voz -Tampoco creo que su presencia sea requerida, jóven -Jóven mis polainas, por su manera de andar debía tener muchísimo más de lo que aparentaba-

La demonia se dirigió a mí con un tono indescifrable aun que no denotaba desprecio ni nada desagradable. Tal vez me respetaba por ser de su raza pero aún así no confiaba en ella y menos cuando podía hacerle daño a Bella.
-Yo creo lo contrario, estabais a punto de pelearos ¿acaso debería dejar que os matárais?-dije cruzándome de brazos con expresión interrogante. Era fuerte para calmar a las dos pero era mejor utilizar el diálogo.

-Primero, una discusión verbal no siempre llega a estratos físicos, segundo, sus suposiciones están basadas en puro instinto animal, tercero, hace tiempo ya abandoné las perturbaciones que la usanza de ese instinto me causa, señor... -dejé el espacio en blanco, dándole a entender que no sabía su nombre y precisaba, evidentemente, conocerlo al tiempo que me alejaba del agua que caía sobre la cabeza de la híbrida y salpicaba en mi ropa. No quería que llevara un olor tan desagradable en mí-

Parecían tener un nexo, por la forma que el de mi raza miraba a la mujer situada en la roca. Tenía en los ojos una expresión de "me importas y lo sabes", llevé una mano a mi nuca, buscando que ese contacto me tranquilizase algo, el cuello es uno de mis puntos débiles en cuanto a relajación se refiere y aquella imagen no contribuía precisamente a mi desestrés.

Las muestras de amor me resultaban algo demasiado, patéticas. Tediosas e innecesarias cuando otras personas rondan el nidito de amor.

Cuando escuché la voz de Leo, me incorporé y le miré queriendo adivinar sus pensamientos, a veces me costaba demasiado hacerme una idea de lo que pasaba por su cabeza.

No, Leo - dije mirandole fijamente - no nos estabamos peleando, porque yo no puedo pelearme con alguien que realmente es tan insignificante para mi - dije con tranquilidad, sin ninguna intención de molestarla, simplemente las cosas eran así, ¿quién era ella? No la conocía, no me importaba, era insignificante para mí. Sólo ella peleaba.
¿porqué? Bueno podría ser porque no tuviese a nadie que la aguantase, porque se aburría, porque era una pequeña algo malcriada o reprimida..

La verdad es que ni lo sabía ni me importaba lo más minimo.

Escuché las palabras de las dos chicas. Si hubiera sido algo más idiota tal vez me habría creído todo pero conocía demasiado a las mujeres. Estaban discutiendo por un territorio el cual no pertenecía a nadie como se pelean por una prenda de ropa a mitad de precio.
-Chicas, deberíais pensar que hay sitio para las dos y que esto no es de nadie- dije intentando poner paz mientras extendía mis manos indicando el hermoso lugar que nos rodeaba. Defendería a Mirabella si esta estaba en peligro pero no me metería en medio de los chicas dejando a una de ellas en desventaja. Solo me quedaba calmar el ambiente pacíficamente

Miré sorprendida a la chica.

¿Realmente ese había sido el motivo por el que había venido presumiendo de la ira que la destruía por dentro? ¿por eso había montado todo ese escándalo?
Sonreí, esto era rídiculo. Había pensado que tendría un buen motivo para comportarse de esa forma tan infantil, pero me había equivocado. Nadie que se comporte de esa forma tiene buenos motivos. Supuse que había pasado porque era una niña, todos tenemos nuestras épocas, ya crecería..
Lo comprendía. Suspiré y rocé la mano de Leo para mirarle a los ojos y sonreir con dulzura.

- Cariño - le dije a Leo sin pensar - déjalo. No hay ningún problema, yo también opino que hay suficientemente sitio para la pequeña y para mi - dije intentando calmar las cosas, calmar a la chica que parecía que iba a explotar en cualquier momento.

FDR: Mirabella, creo que deberías leer mis posts de arriba, dejé de estar molesta hace algún tiempo.

Leo. Así se llamaba el demonio, me parecía haber escuchado su nombre de antes, más precisamente, algún lugar del año pasado, deseché ese pensamiento sin importancia y me fijé de nuevo en la situación. La híbrida hablaba con tranquilidad, parecía haberse fundido en el agua y hablar desde ella, con total naturalidad, como si yo no existiese y estuviese explicándole algo de simple elaboración a un segundo. Me crucé de brazos, divertida por la imagen que se había formado en mi mente.

-No reclamaba debido al espacio -mentí- sino a la interrupción de mi práctica por tu excesivamente llamativo -"hedor" pensé- aroma-

Mentira. Mentira. Mentira. Pese a ser híbrida, su aroma era un poco más apagado que el de los demás, debía ser por la parte "angelical" que había en ella, o tal vez por encontrarse en un medio disipante de olores.