Un poco de aire fresco (libre)

Decidí salir a caminar, la tarde se prestaba para eso. Estaba soleado, la plaza me parecía un buen lugar. Coloqué un libro en mi mochila, junto a la campera y el mp3, para pasar el rato allí; tomé una barra de cereal y las llaves. Llevaba varias cosas, para no tener que volver hasta mi casa y podía pasar toda la tarde sentada allí.
Di unas cuantas vueltas a la plaza, observando a los niños andar en bicicleta o correr junto a sus padres, varios chicos en los juegos y algunos otros, tomando un helado con sus abuelas. Mis piernas estaban tomando un poco de cansancio, por lo que decidí recostarme bajo la sombra de un árbol, al costado de uno de los caminos principales. Saqué mi libro, comencé a leer y parecía que me metía en el libro, tal como me pasa siempre.

Estaba sentado contra un árbol, escuchando música con mi mp3 cuando un movimiento tras de mí, bueno, tras del árbol, me sacó de mis fantasías.
Asomé la cabeza por el costado para mirar al bello angelito que había llegado. Estaba leyendo un libro muy concentrada por lo que decidí no molestarla con mi presencia pero me quedé observándola

Seguía leyendo, inmersa en el crimen de una muchachita enamorada, hasta que parte de mí, comenzó a sentir tal como sucedía últimamente, la presencia de otro ser del submundo. Pues, podía notar que no era un ángel, pero a pesar de ser una fuerza del mal, podía estar en cualqueir parte, que yo no lograba divisarlo. Podría ser aquel jóven sentando en la fuente, o aquella niñita jugando con su madre. De repente, levanté mi cabeza, dejándola apoyada sobre el árbol, y logré ver a un muchacho, sentando en un árbol más adelante, de forma tal como si me estuviera observando.
"Es él... Él debe ser esta presencia demoníaca" Pensé inmediatamente, mientras apartaba la vista, observando nuevamente el pasto a mi alrededor. Notaba como un calor subía por mis mejillas, pues éstas se tornaban coloradas.
Al rato, levanté nuevamente la mirada y él seguía observándome, y esta vez decidí mantener el contacto visual. A pesar de una distancia considerable, podía notar que era un chico muy apuesto y el sol causaba cierto resplandor en sus ojos celestes hielo.

Ella se percató de mi presencia y por primera vez sus ojos azules se encontraron con los míos, deslumbrándome con aquella pureza infinita. Bajó la mirada, sonrojada por mi escrutinio y no pude evitar sonreír enternecido por ese gesto tan dulce pero la segunda vez me mantuvo la mirada y como si tirara de mí alguna fuerza extraña, caminé hacia ella perdido entre el mar de su mirada.
-Hola bella joven-dije con los modales que me habían inculcado

Tras unos segundos de miradas cruzadas, él se levantó y comenzó a caminar hacia mí. Escuché sus palabras y noté como nuevamente me sonrojaba, pero de igual modo, lo seguía mirando, pues aquellos ojos azules eran impactantes.
Hola... - dije con una voz un tanto tímida, y sonreí de lado. - Soy Emily.

Su ternura de nuevo me hizo sonreír y me arrodillé frente a ella para quedar a su altura.
-Un bello nombre, casi tanto como tú- dije sinceramente antes de coger su mano y besarla a modo de saludo cordial -Mi nombre es Leo, un placer conocerte.
Y realmente era un placer, esa dulce chica podría derretir el corazón más frío de la tierra

Aquel jóven era muy dulce, tenía una mirada impactante y llamativa, que causaba sensación. Su voz transmitía paz, algo raro al ser un ser del Mal, pero real.
Muchas gracias, el placer es mío también. - exclamé nuevamente sonrojada. Lo observé a los ojos y me perdí en ellos un rato, hasta que logré murmurar: - ¿Quieres... quieres sentarte?

Acepté su invitación y me senté junto a ella observando la portada del libro que leía. Uno de mis hobbies era leer aun que no solía compartir esa faceta con nadie.
-¿Te gusta leer?- le pregunté desviando mi mirada del libro a sus ojos de nuevo. No sabía por qué, siendo un ángel, había confiado en un demonio pero esta vez no tenía que temer, yo me estaba ganando las alas

Mi mirada se perdía nuevamente en el mar de sus ojos, escuché sus palabras y asentí. - Me gusta desde muy pequeña. Solía leer libros con mi madre y luego se los leía a mi hermana. Poco a poco, la literatura se hizo parte de mí. Es algo que... - Me era tan difícil y especial explicar mis sentimientos hacia la lectura, pues jamás había encontrado algo mejor que un libro, nunca me habían dejado estar en contacto con personas, por lo que la literatura se había convertido en mi mejor amiga desde siempre. - siempre considero magnífico y lleno de sabiduría, así sea un libro de chistes. - Sonreí levemente.

La escuché hablar sin interrumpirla y es que sus sentimientos hacia los libros eran tan iguales a los míos... No eran solo letras, era un compañero fiel, eterno...
-Te entiendo, yo también adoro leer aun que siempre lo hacía a escondidas- confesé con una sonrisa en mis labios

Me agradaba saber que no era la única aficionada por la lectura, que no era la única con aquella pasión. Pero me resultaba intrigante, curioso quizás, la razón del leer a escondidas, y tal como mi curiosidad gigante, no podía resistirme a preguntar. - Pero... ¿Por qué a escondidas? - dije mirando sus labios y luego subí la vista nuevamente a sus ojos.

OFF: voy a dormir la siesta y más tarde regreso *-*

Sentí su mirada quemar mis labios por lo que pasé nerviosamente mi lengua por ellos antes de responder a su pregunta.
-Mi padre no lo veía cosa de chicos- le confesé acomodando uno de los mechones de su cabello tras su linda y pequeña oreja.
No podía evitar ser cariñoso con los demás aun que acabara de conocerlos

No sabía que responder, quizás a él le hacía mal recordar aquellas cosas y revivirlas. - A todos en algún momento nos pasaron cosas así, no toda la vida es de color rosa. - Sonreí de lado tras comentar aquellas palabras. Bajé la mirada en cuanto me acomodó el cabello y luego lo miré a los ojos. Había algo en él que me causaba una sensación rara, algo que me hacía feliz, me gustaba tener su compañia.

Sus gestos eran aniñados y a la vez su expresión era sensual, como si alguna parte de su mente intentara seducirme oponiéndose a la otra parte.
-Eso ya lo descubrí hace mucho, créeme-dije sonriendo ladeadamente. Mi mirada se fijó en toda la gente que pasaba por la plaza, tan absortos en sus cosas como para observar la belleza del mundo.
-Es triste...

Muy triste - comenté mientras observaba su perfil. Cambiando de tema, para no ponernos melancólicos, pregunté - ¿A que te dedicas Leo?

Cuando dijo aquello mi mente que se desprendió de mi cuerpo viajando a la Luna, volvió a mi cuerpo fijando toda mi atención en ella.
-No hago nada-confesé riendo divertido-aun que he pensado ser profesor pero no sabría exactamente de qué ¿y tú?

Nada tampoco - reí entre dientes - Me dediqué a la búsqueda de mi hermana y ahora que la he encontrado, quiero recuperar todo el tiempo perdido junto a ella. Sonreí ladeadamente

Escuché sus palabras con atención. Asi que había dedicado parte de sus años a encontrar a su hermana...debía de sentir un gran amor por ella para haber hecho aquello.
-Debe de ser lindo tener hermanos- comenté con una sonrisa ya que yo era hijo único

Es lindo sí - dije pensando en Nimue y en su bella carita angelical. - Más ahora, en un reencuentro lejando a una pelea familiar. - comenté mientras jugaba con el pasto, observándo cuán verde era.

Todo había ocurrido por una pelea familiar de la que seguro ellas ni tuvieron la culpa pero como siempre.. pagan justos por pecadores. Llevé una mano a su mejilla para mostrarle que me tendría allí apoyandola aun que acabáramos de conocernos.
-Ya pasó todo, solo queda el final feliz

Gracias - lo miré fijamente a los ojos, de nuevo para ser realistas. Esta vez, no pude contener las palabras de mis pensamientos y exclamé con una voz suave: - Tienes unos ojos muy hermosos, son realmente impactantes - dije sonriendo y sin quitarle la vista de encima a aquellos castillos de hielo.

Sus palabras realmente sinceras, las cuales parecían haberse escapado sin querer de sus hermosos labios me hicieron sonreír. Mis ojos no eran hermosos, solo eran diferentes.
-Los tuyos son más hermosos, son cálidos y reflejan pureza...- susurré deslizando mi mano hasta sostener su mentón entre mi dedo pulgar e índice

Aquella situación reflejaba toda su ternura, su dulzura y lo cálido de sus palabras. Comenté respecto a su primer frase: - Si, son diferentes, pero eso no quita que sean hermosos. Realmente son... - no sabía qué palabra describiría mejor aquella hermosura. - Tienen algo que me llena de pasión y de ternura, nunca había visto unos ojos tan bonitos. - Sonreí levemente.

Su sinceridad conseguía afectarme como un vaso de agua fría en la cara. Era algo que me dejaba sin aire y totalmente impresionado.
-¿Un angelito hablando de pasión?-pregunté con una sonrisa ladeada, con mis labios peligrosamente cerca de los suyos por lo que con cada palabra se rozaban

Suspiré lentamente y luego exclamé: -Claro, ¿por qué no? - mirándolo un poco desafiante.