Un poco de aire fresco (libre)

Me encogí de hombros resistiéndome aún a besarla. No sabía si aquello estaba bien pero ¿por qué no?.
-Los demás angelitos puros que conocí son algo santitos- justifiqué con una sonrisa antes de pasar al lengua por mi labios humedeciéndolos.

Aún de cerca, su rostro me resultaba más bello, sus ojos clavados en los míos, me hacían sentir de una manera particular. Lentamente exclamé: - Los angelitos también tienen momentos de pasión, la pasión no es solo algo por lo que estamos aficionados, el amor tiene momentos de pasión, ¿no crees? - comenté y le dí un beso en la mejilla, algo tímida e insegura del poco tiempo en que nos conocíamos, pero a su imágen había sido un beso decidido.

Casi había llegado a convencerme cuando plantó aquel beso en mi mejilla. Había sido un gesto tan dulce e inocente que me hizo sonreír. Oh claro, cuanta pasión pero así eran los angelitos y yo no debía pervertir a esta angelita tan hermosa.
-Sí, el amor es pasión-dije alejándome un poco de ella

Lo miré a los ojos y a pesar de que él se había distanciado, me acerqué un poco más, tan solo manteniendo mi mirada clavada en sus ojos.

-¿Qué pretendes angelito?- pregunté sonriendo divertido al ver como volvía a acercarse con su mirada fija en la mía. Alcé una de mis cejas de forma interrogante. Si seguía así de provocativa caería en sus redes

Rara vez me comportaba de tal manera, pero él me hacía sentir de una forma especial, que hacía mucho que no sentía, desde que había abandonado el cielo. Sus ojos me reflejaban tantas cosas, despertaban en mi un quererlo sin razón; quizás a pesar de tan solo eso, su pasión por los libros que compartía conmigo. No lo sabía y tampoco lograba descubrirlo. Escuché sus palabras y un poco atrevida contesté: - Mmm. No lo sé, no lo sé - lo miré a los ojos y le toqué el cabello en la parte de la nuca. Tenía el pelo suave y mis dedos se entrelazaban con sus mechones castaños.

-No lo sabes...-susurré sonriendo pícaramente al sentir sus manos detrás de mi cuello. Si ella no lo sabía, yo sí y a la perfección. Rodeé su cintura con mis manos, atrayéndola hacia mí para poder besar sus labios con lentitud y ternura

Le besé con dulzura. Sus labios suaves y sus manos en mi cintura, me hacían sentir feliz. Aquel momento era un sueño, era tan indescriptible todo lo que yo sentía.

Aquel beso no duró demasiado ya que no quería que con ella sucediera todo rápido. Me parecía demasiado inocente y no me pasaría con ella más de lo debido.
-¿Crees ya saber lo que te ocurre?-pregunté acomodando un mechón de su cabello con ternura

Creo que desde que te vi en aquel árbol - susurré.

-¿Qué sientes exactamente?- pregunté acariciando su mejilla.Sabía que yo le atraía y ella a mí pero quería oírlo de sus labios junto lo que podríamos hacer juntos

Aún no logro descubrirlo realmente - miré sus ojos y exclamé: -Eres hermoso y tu personalidad es... me resulta fascinante.

-¿Mi personalidad? Soy un demonio-dije sonriendo divertido ya que por mi personalidad no debería gustarle- y respecto a mi hermosura...tú eres más bella- la alagué mientras me sentaba bien contra el árbol. Cogí con suavidad el libro de sus manos y eché un vistazo a la portada y la contraportada...
-¿De qué trata?

Si, a pesar de eso, no tienes una personalidad totalmente malígna - sonreí y luego ví cómo observaba el libro y ante su pregunta comenté: Un crimen de una mujer, él la mató porque ella era la única persona capaz de comprenderlo, él no supo valorar aquello y perdió la cordura ante un momento de pasión. - Miré sus ojos mientras él escuchaba atentamente.

-Vaya es trágico y contradictorio...¿cómo puedes matar a la única persona que te comprende?-dije observando con atención el libro. Tal vez debería leerlo... Se lo devolví con una sonrisa, esperando que no le hubiera molestado mi gesto

Es muy contradictorio, pero al final explica el motivo con más claridad... - dije mientras él dejaba el libro y yo tocaba las letras del título, que estaba grabadas, relatando: El túnel. - Es uno de mis preferidos, realmente tiene una trama interesante. - sonreí y levanté mi cabeza para mirarlo nuevamente.

-Lo leeré y después hablaremos sobre él tomando algo, en...algún lugar a la hora que quieras- dije sonriendo ladeadamente ya que sería una cita en toda regla ¿o no?. Sus dedos se deslizaban por el encuadernado del libro, como si trazara con ellos sus formas

Me parece una idea genial - comenté y me acomodé pues aquella posición ya resultaba agobiante, me senté de frente a él con las piernas estiradas, y los pies apoyados en el árbol.

Observé como cambiaba de postura a lo que no pude evitar sonreír. ¿De qué podría hablar con un angelito? me tumbé en el césped mirándola de reojo cada segundo. No era fácil apartar mi mirada de ella.

Observé cómo se acostaba y le sonreí. - ¿A tí qué te gusta leer? - era lo primero que se me ocurria preguntar.