Una noche con Leo (+18)

Su pregunta me dejó perpleja durante unos segundos. ¿realmente tendría celos?
Nunca había sido celosa, bueno sí, para que mentir, sólo con stephan, pero con Stephan había pasado siglos, con Leo horas. Suspiré de sorpresa y excitación cuando note sus manos en mis pechos, que al instante se pusieron duros, necesitando aún más de él. De verdad así no había quién pensase, ahora mismo no podía pensar en anda más que en su boca, en sus manos, en su miembro erecto rozandome, provocandome..

- ¿te molestaría? - le pregunté un poco escabullendome de la pregunta - ¿te molestaría verme desear o gozar con otro hombre?

La reacción de su cuerpo a mis caricias conseguía excitarme más aún de lo que ya estaba. Pensé que iba a responder a mi pregunta cuando dijo aquello, usando mi propia interrogante contra mí.
-Sí, me molestaría...-confesé mordiendo su labio inferior con suavidad - ¿Y a ti verme hacer mía a otra mujer? ¿que su cuerpo me sedujera como el tuyo?

Mi cuerpo se pusó tenso al escuchar sus palabras. La tal hanna me vino a la mente, y mi cara se encendió totalmente. Ya sabía la respuesta, la había averiguado casi incoscientemente. No quería verlo con ninguna otra, me molestaría demasiado, quizás hasta conseguiría herirme profundamente.

Giré nuestros cuerpos quedando encima de él, con mi cabello cayendo a ambos lados de mi rostro, rozando su pecho. Le besé con pasión, con toda la que tenía guardada, volviendole loco, apartandome y jugando con él durante unos segundos, para después bajar a su cuerpo.

- No - le dije decidida prácticamente sin dejar de estimular su cuerpo y bajando mi mano para rozar su miembro - decididamente, no me gustaría - lo dije seria, con una mirada muy intensa.

Su reacción celosa me hizo sonreír. Aun que no había usado palabras, sus gestos la delataban. Estaba regocijándome en aquella idea cuando nos hizo girar quedándo ella sobre mí de esa forma que tanto adoraba.
Sus palabras me hicieron estremecer y no pude decir nada antes de que sus labios se posaran sobre los míos con una pasión y un ansia indescriptible.
Bajó por mi cuerpo con besos y aquello me enloqueció o al menos eso pensé hasta que su manos rozó mi miembro.
-Pues no lo pienses, jamás fui de otra-le confesé

Sus palabras me hicieron estremecerme, había tenído tanta suerte encontrando a Leo. La vida puede cambiar en cualquier momento de forma radical..
Y la mía lo había echó, aunque Leo se fuese y me dejase sola, ya no podría volver a ser la misma, me había cambiado.
Seguí acariciando su miembro, mientras besaba sus labios con pasión..

- Os amo - le dije sin pensar, en un suspiró, apoyandome mi frente contra la suya

Cada caricia suya sobre mi miembro me hacía llegar al mismo cielo y sus labios sobre los míos era lo único que necesitaba para ser feliz hasta que dijo aquellas palabras. Me amaba... y yo a ella también... ¿habría final feliz?
-Y yo a vos-susurré antes de besar sus labios demostrándole mis sentimientos

Le miré con cariño, con mis sentimientos recién encontrados, como si estuviese mirando al mismisimo Dios a los ojos.

- ¿qué haremos ahora? - le dije pregutnandole sobre lo que ibamos a hacer a partir de ahora, no en este mismo momento, yo sabía perfectamente lo que iba a pasar en este momento, y con estos pensamientos aceleré un poco el ritmo de mis caricias. Después le bese con intensidad.

Tenía la respuesta muy clara a su pregunta hasta que comenzó a acariciar más rápido mi miembro, haciéndome perder el control de mí mismo y ocupando toda mi mente la idea de hacerla mía.
-Podríamos...- comencé a decir cuando volvió a besarme de manera apasionada y yo entre jadeos, me perdí en sus labios

Me hubiese gustado saber la respuesta pero ahora mismo yo tampoco podía pensar en otra cosa que no fuera el cuerpo de Leo, en sus manos, en sus labios.
En sentirle otra vez dentro de mi, mordí levemente su oreja sin dejar mi de acariciarle.

- Dímelo luego - le susurré cerca de la oreja para después morderla y lamer su cuello

Sí, lo mejor era dejarlo para después, con ella así no podía pensar bien. Su mordida en mi oreja me hizo estremecer junto con su lengua saboreando mi cuello. La noche anterior ella había probado mi sangre y la dejaría volver a hacerlo mil veces. Mis labios fueron a su cuello, bajando por el hasta sus pechos los cuales besé con lentitud mientras una de mis manos iba a su feminidad para darle placer

Mis caricias bajaron un poco su ritmo por la sorpresa que me causó el roce de sus dedos en mi parte más intima. No me cansaría nunca de él..
Lo sabía, apostaría lo que fuese necesario en este momento, porque estaba segura. De vez en cuando notaba como sus venas llamaban mi atención, de forma intermitente. Había probado su sangre, la noche anterior, y si con el sexo ya disfrutaba demasiado, mezclarlo con el sabor de su sangre, era sublime..
Disfrute de sus caricias, arqueando la espalda involuntariamente, como siempre que me acariciaba, para estar más cerca de él.

Una sonrisa se formó en mis labios al verla arquearse y subí con mi boca hasta su cuello. Yo también podía morderla, la diferencia era que jamás había probado el sabor de la sangre de nadie ni la necesitaba...
Seguí con mis rápidas caricias en su zona más herógena, intentando volverla loca y que fuera ella esta vez la que me hiciese suyo

Gemí, arqueandome y echando mi cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, olvidandome del mundo, dedicandome a sentir, sólo importabamos él y yo. Cuando pusó sus labios en mi cuello, me dio la sensación de que quería morderme. ¿Los demonios mordían?

En ese momento no podía pensarlo, sin pensarlo empujé su cabeza suavemente sobre mi cuello, dandole permiso para que hiciera lo que quisiese, yo era totalmente.

El agua nos cubría la mitad del cuerpo y las sensaciones se multiplicaban. Leo tenía la capacidad de volverme loca y lo estaba consiguiendo.. no sabía cuanto tiempo podía estar sin perder el control..

Me dio permiso para morderla pero no debía... ella era mitad ángel y podría matarla con facilidad si no me controlaba. Su gemido resonó en el ambiente haciéndome desearla más y más e introduje uno de mis dedos en su cuerpo, intentando hacerla llegar al climax.
Todo con ella era o muy fácil o muy difícil y resistirse a su cuerpo era algo demsiado difícil

No comprendía porque se había arrepentido en el último momento, aunque no podía pensar con claridad en ese momento, aunque la única razón que se me ocurría es que pensase que podía hacerme daño. Pero a mí, ahora, compartir mi sangre con Leo, me parecía lo más tentador del mundo. Además nada podía salir mal si yo también tenía curación instantanea al igual que él.

-Hazlo, Leo - gemí cuando introdujo uno de sus dedos en mi y empecé a respirar con bastante dificultad - no pasará nada..

La sangre de vampiro causaba un frenesí, una locura momentanea que hacía que los momentos de pasión fuesen muchisimo mejores, la gente se volvía demasiado pasional cuando la tomaba, además de que el vínculo que habíamos creado al probar yo su sangre se cerraba al probar el la mía.

Me había costado demasiado resistirme dos veces pero tres ya era completamente imposible. Deslicé mi lengua por su cuello antes de morderla con toda la delicadeza que me era posible, dejándo resbalar la sangre por su cuello. Pasé mi lengua por los regueros rojos que se había dibujado por su cuello su su pecho. Dios, era tan excitante haber probado su sangre que el corazón me latía desbocado y mi miembro se puso más rígido aún en el instante que lamí la primera gota.
-Quiero hacerte mía-dije con la voz ronca debida a la pasión del momento. ¿Me lo parecía o su sangre era un afrodisiaco aún más potente que su piel?

Me excito la lentitud con la que pasó la lengua por mi cuello, como preparando mi piel para su boca, me mordío con tanta suavidad que práctiacamente no lo noté, hacía muchisímo que no me mordían a mi. Disfruté al verle lamerme el cuello y el pecho, era casi tan excitante como probar su sangre. Decidí hacerle sufrír un poco más negando con la cabeza y bajando por su pecho, dejando mi cuello a su merced, cada vez bajando más, hasta su miembro, que lamí como él había lamido mi cuello

Observé su gesto de negativa. Quería "torturarme" y no sabía cuanto tiempo más podría aguantarlo. La vi descender por mi pecho hasta llegar a mi miembor el cual lamió de una forma lenta y exquisita haciéndome jadear ¿se podía disfrutar más?
si continuaba con aquello acabaría antes de entrar en su cuerpo.
-Bella...-susurré notando su respiración contra la delicada piel de mi masculinidad.

Al escuchar mi nombre de sus labios, levante la mirada, sin dejar de lamerle. Me retiré unos milimetros.

- ¿si amor? - dije con voz inocente, aunque sabía perfectamente lo que le estaba provocando.

Su tono de voz denotaba inocencia pero a la vez picardía. Estaba jugando conmigo como quería y aquello me lograba enloquecer completamente.
-No...hagas eso...-dije relajándome un poco ya que se había apartado de mi miembro. Necesitaba poseerla de todas las formas posibles, llenarla completamente de mí...

- ¿El qué? - dije con el mismo tono antes de volver a meterme su miembro en la boca, aunque lo tuve poco tiempo, yo tampoco quería que acabase anets de empezar, sólo quería torturarle un poquito, enloquecerle como él me enloquecía. Subí besando su cuerpo, mojé mi dedo en la sangre que todavía había en mis hombros y mi pecho, ofreciendoseló para que lo chupara.

Cuando pensé que por fin me dejaría hacerla mía, atacó de nuevo mi miembro, haciendo que mi respiración se cortase por unos segundos. Por suerte no insistió más y subió con besos por mi cuerpo...como me enloquecían sus labios y su boca. Lamí el dedo que me ofrecía con sangre antes de introducirlo en mi boca

Vi la necesidad en sus ojos y decidi que ya había sido suficiente, yo tampoco podía aguantar más, me acerque a él, notando su miembro durisimo clavandoseme en el muslo, abrí las piernas, dandole pie a que lo hiciera.

- Hazlo ya - le dije antes de besarle - yo tampoco puedo más..

Noté como se rendía pero ahora no sería tan fácil. Yo no la tomaría, me tomaría ella a mí.
-Hazlo tú, eres quien ha empezado con todo esto-susurré sobre sus labios mientras me acomodaba entre sus piernas deseoso de entrar en su cuerpo

Rodeé su cintura con una de mis piernas y agarré su miembro con suavidad colocandolo a la entrada de mi, abrí la boca, gimiendo cuando empecé a introducirlo despacio dentro de mí, disfrutando de cada segundo..