Buscando a mi próxima víctima (Mirabella)

La noche era oscura y la lluvia mojaba mi cabello y mi negra chaqueta en cuyos bolsillos se encontraban mis manos. Mis pasos se escuchaban sobre la mojada acera, iluminado todo el camino por la tenue luz de algunas farolas salpicadas.

Llovia, pero no tenía frío, con pantalones cortos y escotazo comence a dar vueltas por los callejones buscando alguien que.. por decirlo de alguna manera "me invitase a cenar" El pelo caía por mis hombros hasta llegar a mi pecho, por lo menos este siglo era mucho mejor que los anteriores, antes intentar salir sola por la noche me habría resultado casi imposible

Seguí caminando y al doblar una esquina casi choco con una mujer realmente atractiva.
-Perdóneme señorita-respondí con un educado movimiento de mi cabeza. No sabía quién había tenido la culpa pero a esos ojos y ese cuerpo no podría debatirle nada.

De pronto, al ir a doblar la esquina un hombre imponente se paro frente a mi impidiendome el paso. Le escuché disculparse, hacía mucho que no oía hablar a nadie con tanta educación, me recordaba a tiempos pasados...

- La culpa ha sido mía señor, no debería andar tan despistada - le dije de forma educada para luego morderme el labio de forma involuntaria.

Ante su picardía escondida tras esa máscara de educación y madurez no pude evitar sonreir ladeadamente.
-No se disculpe, déjeme que la invite a tomar un café, debe de tener frío- dije quitándome mi chaqueta impermeable y poniéndosela sobre sus mojados hombros por los que su cabello castaño formaba hileras húmedas.
-Mi nombre es Leo

Su porte de caballero era incréible, en apenas unos minutos había conseguido captar toda mi atención, y eso que era yo la que tenía entre sus poderes el de seducción.
Por el fuerte olor de la húmedad y la ciudad no distinguía muy bien que era él, sólo sabía que no era humano.

- Hace mucho que la sensación de frío ya no me afecta - dije aceptando su chaqueta aún así - Mi nombre es Mirabella Salvatore, pero puede llamarme como guste - le dije dejandome llevar por él. - ¿hace mucho que vive en la ciudad?

Pasé un brazo por sus hombros, guiándola a través de los callejones oscuros, desiertos de la inmensa ciudad.
-Mirabella...-repetí cuando ella lo dejó salir de sus labios. Era un lindo nombre sin duda, tan hermoso como su dueña.
Mis ojos estaban centrados en sus ojos, prestando atención a su boca, la cual me hacía una pregunta.
-Acabo de llegar

Al notar su brazo por encima de mis hombros sentí un pequeño escalofrío que recorrío mi espalda haciendome estremecerme y pegarme un poco más a él sin ni si quiera darme cuenta; irónico el frío no me causaba ninguna sensación pero uno sólo de sus brazos provocaba en mi escalofríos.

- Últimamente todas las personas han creido conveniente mudarse aqui.. - le dije pensativa mientras me echaba el pelo hacía atrás con un movimiento lento y sensual - Tiene algo que - levanté la mirada, ya que era un poco más alto que yo - nos atrae

Sus intentos de seducirme no eran ningún misterio para mí pero sí eran realmente tentadores. Una mujer así de sensual no se encontraba todos los días.
-Yo tengo un motivo pero no es importante-respondí serio pero con voz dulce ya que sonreír en mí no era algo demasiado común

Aparté la mirada de él con suavidad y me di cuenta de que me estaba comportando como una adolescente. Me aparté un poco disimuladamente y pensé en el motivo que me había traído a mí hasta la ciudad, sabía que tenía que estar aqui, pero aún no había descubierto el motivo, lo cual me enfurecía de sobremanera.

- Bueno si consideras poco importante un motivo que consigue que te mudes... - dije mirando mi ropa, bueno mi poca ropa, vaya para una vez que salgo a cazar de verdad, me encontraba con algo más entretenido qué hacer.

Su lejanía repentina me sorprendió. ¿Dónde había quedado esa chica salvaje y traviesa?
-No tenía demasiado en el lugar de donde vengo-expliqué mientras sostenía abierta la puerta de la cafetería para que pasara ella primero, así me habían educado.
-Mademoisselle-dije con mi suave tono francés indicándole con cortesía que entrara

Pasé demasiado cerca al entrar a la cafetería, sin dejar de mirarle a los ojos intensamente, las gotas de agua caían por mi cuerpo empapandolo aún más.

- Supongo que esas cosas nos pasan a todos - le dije - yo tampoco tenía nada que no pudiese dejar atrás cuando me mude.

Sonreí al escucharle, con su buena educación y sus penetrantes ojos, me atraía cada vez más. - Merci Beaucoup - dije contestandole de forma tal, que aunque simplemente había dicho gracias, había sonado seductor.

Cuando me respondió en el mismo idioma sonreí ladeadamente y entré tras ella en el lugar. Aquella mujer derochaba sensualidad por cada poro de su suave y tentadora piel la cual me incitaba a besarla por no hablar de sus carnosos labios y sus exigentes curvas.
-¿Qué va a pedir? yo invito-dije cuando nos dirigíamos hacia la mesa y retiré su silla para ayudarla a acomodarse.

Caminé cerca de él y me senté lentamente en la silla que me ofrecía, hacía tanto que no veía a alguien que parecíese haber nacido bastente tiempo atrás, el suficiente para ser un hombre con exquisitos modales, echaba de menos eso en este siglo.

Ladee un poco el cuello mientras esperaba a que se sentase y me retiré el pelo echandoló hacía un lado. Cuando preguntó que quería la respuesta acudió automáticamente a mi cabeza " sangre", casí había olvidado el motivo de mi salida.

- Un capuccino estaría bien - dije cruzandome tentadoramente de piernas.

Tras ayudarla a sentarse me situé frente a ella, esperando que el camarero nos atendiera.
-Dos capuchinos por favor-pedí a mesero cuando vino sin despegar mi mirada de la hermosura que tenía delante.
-Cuéntame de ti- le rogué una vez este se había retirado.
Me causaba mucha impresión, quería conocer sus secretos y de paso cada palmo de su piel si ella quería

Apoye los brazos en la mesa, sujetando al mismo tiempo mi cabeza con ellas, acercandome un poco más a él.

- Dime ¿qué quieres saber? - si hubiese necesitado respirar en ese momento mi respiración hubiese sido agitada al tenerlo tan cerca, menos mal que no la necesitaba y por ello no me delataba

Imité su gesto por lo que nuestros rostros quedaron tan cercanos que nuestras narices se rozaban levemente y mi respiración chocaba contra su piel.
-Cuéntame de dónde eres, o lo que creas que me interesará saber-respondí sonriendo ladeadamente

Manteniendo la postura manché uno de mis dedos con la espuma del café para después llevarlo a mi boca.

- Nací en Verona hace muchísimos años, donde fui una muchacha de buena familia, recibi una educación exquisita por mi padre Angel Salvatore, el vampiro más influyente de Italia, tuve bastantes pretendientes y pude haberme casado con alguno, pero... - dije para después bajar la voz hasta que esta llego a ser un susurro - me gustaban demasiado mis.. ejem.. libertades como para tener un sólo hombre

Escuché su relato con antención mientras mi mirada estaba fija en sus labios. El gesto tan sensual que hizo con la espuma del café terminó de convencerme, haría a esa chica mía aun que solo fuera por unas horas.
-No debe ser divertido casarse entre seres eternos, siempre la misma persona junto a tí...-comenté con una sonrisa ladeada cuando mencionó aquello de sus "libertades"

Le sonreí picaramente - no sólo no es divertido, es inconcebible. Es imposible que seas fiel durante toda la eternidad - dije tocandome el cuello suavemente. Después le mire, de forma curiosa, como si estuviese intentando adivinar sus pensamientos - ¿y qué hay de ti? ¿qué historia escondes?

Era cierto, debías de amar mucho a una persona para pasar el resto de tu eternidad junto con ella.
Su pregunta me sorprendió de repente pero decidí serle sincero, tal y como lo era siempre ¿qué más daba? no podría usarlo contra mí.
-Vengo movido por el amor hacia una joven, ella se marchó de donde vivíamos y al ver como la perdía, vine tras ella- respondí antes de dar un sorbo a mi café caliente.
Esperaba que mi confesión no le afectara en la forma de verme

Le miré divertida - ¿así que tu sí crees en el amor eterno? ¿o es que la joven es humana? - le pregunte de forma curiosa para después acercarme el café a los labios.

Yo también había creido en el algún momento de mi vida que el amor puede ser para siempre, pero mi para siempre tenia fecha de caducidad, apenas unos siglos...

Negué con la cabeza pues no era humana, pero sí podía morir.
-Es una licántropa y solo quiero protegerla, nada de cariñitos- dije seguro de mi mismo. Yo no merecía estar con Hannah, solo la cuidaría y evitaría que supiera de mis sentimientos hacia ella.
Amar es poner la felicidad de la otra persona por encima de la tuya propia

aghh, un licántropo, esas criaturas nunca me habían gustado mucho, en toda mi vida, bueno mi muerte, únicamente me había llevado bien con dos de ellos.

- Entonces le quitas toda la diversión, si su vida esta destinada a acabarse por que no pasarla con ella.. ¿y cuando vaya a morir, qué vas a hacer? - le pregunté notando que los hombres del bar no me quitaban los ojos de encima, lo que no era nada nuevo para mi asi que les ignoré y me mordi el labio suavemente mientras pensaba en si podría hacer eso por alguien...

De nuevo otra pregunta bastante difícil de responder, ¿qué haría? podría pedirle a su hermana que la convirtiera pero eso sería demasiado egoísta.
-Seguir con mi eternidad o acabar con esta-dije con indiferencia absoluta ya que la vida terrenal no me parecía demasiado valiosa.
Observé como se mordía el labio con cierta aura de deseo y no pude evitar sonreír, quería estar con ella, no despreciaría a una mujer así por nada.
-¿Sabes lo sensual que eres?