Una noche con Leo (+18)

Cuando se arqueó hacia mí, un ronco gemido se escapó de mis labios al rozar su cadera contra la mía. ¿Cómo podía cansarme de ella? era espontánea, sensual, inteligente, inocencia oculta, y en resumen, mi total adicción...
-Nunca lo haré a no ser que tú quieras-dije sin alejar mi mirada de la suya, acariciando una de sus piernas, poniéndola alrededor de mi cadera

Alzó una de mis piernas hacía él rodeando su cadera e instintivamente mi otra pierna hizó lo mismo - ¿seguro que quieres arriesgarte a una eternidad a mi lado? - bromeé en un susurro algo ronco por la excitación.
¿pero cómo podía estar excitada si todavía no me había tocado? Al menos en este rato, sólo verle y sentirle encima me dejaba totalmente excitada, me ardía el cuerpo, cada una de mis células ardía por su contacto..

Sentí como su otra pierna me rodeaba también, dejándome atrapado en su cuerpo y me quedaría así toda la eternidad si pudiera.
-Esa idea me gusta demasiado-dije ante su broma con la que no pude evitar sonreír. Mis labios bajaron a su cuello, besándolo con lentitud, pausadamente, disfrutándola al máximo.
¿Cómo no iba a querer pasar la eternidad a su lado? si era puro fuego, me quería quemar

Giré la cabeza dejandole vía libre ¿realmente sabía lo que provocaba en mi?
Con una mirada podía hacer que me temblasen las piernas, pues menos mal que no estabamos de pie..

La intensidad de sus besos me transmitian el calor que mi alma tanto ansiaba, me estaba acalorando, él había dado con uno de mis puntos débiles y lo estaba explotando al máximo..

- No tienes ni la más remota idea de lo mucho que me enloqueces - le dije antes de acariciarle la espalda mientras él besaba mi cuello recorriendo su columna con uno de mis dedos..

Su dedo por mi espalda logró erizar toda mi piel, excitándome más de nuevo ¿acaso no podía no reaccionar ante su contacto? sería imposible mantenerse frío ante un cuerpo así. Al escuchar sus palabras, sonreí y acerqué mis labios a su oído.
-Lo puedo ver por como te desaces en mis manos-susurré para después morder su lóbulo con suavidad.

Mi respiración se acelero cuando susurró en mi oidó y lo mosdisqueó suavemente. ¿qué yo me deshacía en sus manos? me decidi a sorprenderle así que baje mis manos por su espalda, casi como si no hubiese planeado nada, casi como si fuera una caricia más.

Pusé las manos en su cadera y me fui acercando lentamente a su miembro de nuevo, cuando lo tuve en mis manos, lo dirigi hacia el camino que tenía que seguir y le hice entrar en mi por sorpresa y de forma rápida.

Gruñí de placer cuando sentí su húmeda y cálida feminidad alrededor de mi miembro. De nuevo me había vuelto a sorprender, a tomar desprevenido...
-¿Se puede ser más provocativa?- susurré ronco de excitación mientras la penetraba hasta quedar totalmente dentro de ella

Suspiré echando la cabeza hacía atrás, mi respiración se había vuelto bastante sonora e irregular.

- Te dije que todavía no había echo más que empezar - le dije con dificultad mientras le acompañaba aumentando un poco el ritmo de nuestros movimientos. y agarrandome a su espalda fuertemente

Sonreí pues era cierto, me lo había advertido al principio.
Las embestidas aumentaban de ritmo pero no demasiado, no quería acelerar las cosas. Nuestros cuerpos se movían sincronizados en la búsqueda del máximo placer pero esto iba más allá de lo físico.
-Yo aún no te mostré nada-susurré antes de juntar mis labios con los suyos en un apasionado beso y deslizar mi mano hasta su feminidad, acariciándo su clítoris sin dejar de entrar y salir de ella.

El placer me estaba matando, pero no me importaba ¿qué forma hay más dulce que esta? me dije a mi misma, arañe levemente su espalda cuando las embestidas se hiciero más rápidas y yo gemía al tiempo que me arqueaba involuntariamente, juntandome a él. Besé sus labios con fiereza incontenible, como si hubiese estado caminando por el desierto y acabase de encontrar mi oasis, él era mi agua, mi perdición.

- ¿Puede haber algo más que mostrarme? - le dije extasiada, ¿algo más? repetía mi mente, era imposible, no podía haber más placer que este, mayor perfección.
Iba a decir algo más, pero cuando senti su mano acariciandome me callé, no sólo eso, de hecho olvide todo lo que había en esa habitación, olvide que estaba en una habitación, sólo veía sus ojos y probaba sus labios

Al ver como aquello le había complacido seguí moviendo mi mano y mi cadera.
Mi respiración estaba cada vez más agitada debido a la pasión de nuestros besos y la rapidez de las penetraciones. Cada vez era mejor, diferente, especial...
Nuestras lenguas jugaban entrelazadas y en mi cabeza solo rondaba ella, su cuerpo, su nombre grabado en cada espacio de mi mente. Un mundo solo para los dos por unas horas.
Mis gemidos contenidos se acallaban con los suyos, adoraba verla disfrutar y mostrar lo que sentía

Cada vez sentía más placer, más fuerte, más rápido, pero no hacía falta decirlo, parecía que el me leía la mente ya que pensaba como yo. Me daba justo lo que necesitaba en el momento en que lo necesitaba, yo había perdido el control y mis colmillos crecieron hasta hacerse visibles, me daban aspecto peligroso, salvaje. Mi garganta ardía de sed por su sangre, por sentirme más cerca de él, porque él fuese mi vida.

- Oh Leo - gemí su nombre, lo gemí una y mil veces..

Mi nombre salía de sus labios entre gemidos, entre sus colmillos amenazantes los cuales no me daban ningún miedo y quería probar sobre mi piel. Nos hice girar quedando ella arriba, para que pudiera morderme con facilidad sin que tuvieramos que para de hacer el amor como locos.
-Muérdeme...-le pedí con un ronco gemido, echando mi cuello hacia atrás para que pudiera clavarme los colmillos en mi cuello.

Dejé de percibir el lugar, el tiempo, todo. Sólo podia disfrutar de él, de Leo, ese nombbre se quedaría grabado en cada una de mis células.

De pronto me encontre encima de él besando su garganta, su tentadora garganta.

Me pidió que le mordiese, quería preguntarle si estaba seguro, beber de él significaría unirme un poco más a él, conectar a un mayor nivel, pero ya no podía controlar mi sed, no podía sacar los ojos de encima a su garganta.

Le miré para volver a pedirle permiso, diciendole con mi mirada si de verdad lo quería.

La miré con infinito deseo. No quería que se conteniera, la quería a ella por completo, para siempre, desde siempre...
-Soy tuyo-dije dándole la seguridad que necesitaba para morderme. Sabía que cuando un vampiro bebía de tu sangre y tu de la suya se formaba una unión para siempre pero no quería atarla, solo mostrarle que no me daba miedo y que incluso esa parte de ella me encantaba.
Mi caderá se movió hacia arriba embistiéndola de nuevo, con fuerza, quería que dejara de pensar y solo se dejara llevar por sus instintos

Me contuve hasta escuchar esas palabras, esas palabras que me daban la libertad de ser como era, de seguir mis instintos, los que no podía y no quería controlar, la verdad es que deseaba esa conexión, la deseaba más que nada en el mundo. Me excitaba sólo de pensarlo, me ardía la garganta.


Me acerqué suavemente a su garganta, dónde la bese con infinito cariño varias veces, y cuando me embistió de nuevo llevandome al mismisimo cielo, mi mente dejó de pensar abrí la boca y clavé los colmillos en su garganta de forma rápida para que no le doliese.

Apreté mis dientes cuando sus colmillos se adentraron en mi piel. Apenas dolía y la excitación superaba ese dolor. Me sentía completamente unido a ella en todos los sentidos.
-Te quiero-susurré apoyando mis manos en su cadera para ayudarme a entrar y salir de su cuerpo

bebí con avidez, con lujuria, con pasión, con deseo, bebí de él notando como eramos uno, sabiendo que él era mi vida, sabiendo que gracias a él yo vivia. Acaricié el otro lado de su cuello mientras bebía, estimulandole.

Escuché sus palabras y dejé de beber, me lamí los labios, quitandome la poca sangre que me quedaba en la boca..

- Mi amor, Mi señor - le susurré con pasión - os amaba antes de conoceros.

Volvía a estar en Italia en mi siglo, me sentía en mi hogar cuando estaba con él.

Sentí como alejaba sus labios de mi cuello y pronunciaba aquellas palabras que me lograron estremecer. ¿Cómo unas simples palabras, dichas por su boca, conseguían ese efecto en mí?
-Mio amore, siempre estuvimos juntos-susurré acariciando su espalda

Seguía unida a él, seguía siendo suya, y sólo eso me bastaba para mirarle embelesada y sonriendo. La sangré seguía saliendo por los dos pequeños puntos que eran sus heridas, pase él dedo por ellas, para parar la hemorragía pero las heridas se perdieron entre mis dedos, "curación instantanea" otro don de mi chico malo.

De las heridas sólo quedaban dos leves cicatrices, testigos de mi descontrol.
Llevé mi dedo con su sangre a los labios y los manche con ella despacio, dejandolos entreabiertos para después darle un beso a Leo.

- Y siempre lo estaremos - dije en un susurro.

Miré sonriendo como se preocupaba por mi herida, a veces se le parecía olvidar que era un demonio. El gesto que hizo llevándose el dedo a sus labios para luego besarme fue una tentación irresistible pero ¿qué más daba? si ya tenía el infierno ganado.
Sus labios estaba entre los míos, besándonos con lentitud y pasión al mismo tiempo, disfrutando del sabor de mi sangre

Sólo una persona me había echo sentirme así en mi vida y considerando lo larga que era esta.. sí, Leo era muy especial. ¿cómo podían cambiar las cosas tanto en un día?

La verdad es que no sabía que razón le había llevado a convertirse en un demonio, pero estando con él, no parecía perverso como tantos otros que había conocido en el pasado. Se me hacía raro pensar en lo que él era, porque cuando estaba conmigo era tan dulce..

-¿Qué te ocurre?-pregunté al verla ensimismada en sus pensamientos. Aún estaba dentro de su cuerpo y adoraba esa sensación de cercanía pero ella parecía tan lejana...
Una de mis manos acomodó un mechón de su cabello con ternura. No sabía que me pasaba con ella pero me alegraba de haberla conocido, de empezar a sentir más que deseo y todo eso en una sola noche de la eternidad

Seguía sintiendole, entrando y saliendo de mi cuerpo. El gozó que me producia esa sensación era inmenso y no había pretendido que él pensase que no le prestaba atención.
Suspiré todavía con la respiración bastante agitada.

- No entiendo como alguien como tú puede ser un demonio - dije dulcemente acariciandole la cara con una de mis manos - aunque no es que eso me disguste.

La escuché con atención y sonreí. Ni yo sabía muy bien por qué era demonio, tal vez mi alma estaba demasiado herida para ser un ángel. Conocía el odio y el rencor de cerca y no había lugar en el cielo para esos sentimientos.
-Eres especial para mí, por eso soy así-expliqué mientras mis manos acariciaban su cintura